domingo, 28 de diciembre de 2008

LA PRIMERA CAMISETA



Hay que retomar al arranque, a los yuyos agrestes del campito, a los sueños de lata de los baldíos, para ver -una vez mas- la primera camiseta de fútbol, la que todos tuvimos o anhelamos, el regalo más pedido, la insistencia mayor en el instante mayor de la partida de nuestro padre el estribillo repetido en los regresos cansados del crepúsculo: ¿me la vas a comprar?

Y uno la ubica allí, con la realidad hecha sobre la cama de mamá, planchada como un traje nuevo, sin una sola mancha, como un obsequio al que le faltó únicamente el celofán protector para que nadie la marcara con los dedos.

La primera camiseta tiene algo especial. El repaso frente al espejo, la pose imitando al crack, las medias bajas o altas, bien peinado o con el cabello tirado hacia adelante como lo usa el ídolo que todos tenemos cuando apunta la hora de la primera camiseta.

Uno recuerda, por ejemplo, que se acostó con ella puesta, con los pantalones de fútbol también en su sitio y hasta con las medias de lana del equipo, porque era invierno y hacía frío.

La primera camiseta es algo distinto. Al osito aquél sobre la repisa lo trajeron los Reyes y todos sabemos que ellos le regalan a casi todos a cambio de un puñado de pasto y una taza de agua. El rompecabezas que esta sobre la mesa fue un regalo de cumpleaños… y casi todos los chicos tienen su regalo de cumpleaños.

La primera camiseta es otra cosa: la da la calle, aunque la compra el viejo. La da el aprobado de la barra de la esquina y por eso es la primera victoria, de uno, mía, más allá de la felicitación de la maestra que te dejó los cachetes colorados

La primera camiseta no la olvida nadie, como el primer día de escuela, como la llegada de los pantalones largos, como el primer piropo soplado entre dientes, como la primera novia, como el primer beso enamorado o como el primer baile, con las bromas de la barra rondando cada paso inseguro.

Cuando corra el tiempo y seas grande, vos niño de hoy, sólo será una postal de nostalgia.

Tu preocupación será un sobre rectangular, con membrete transparente, donde leerás, “pagará a los 30 días del…”. Pero no, no me hagas caso. Seguí soñando, y ponétela otra vez. ¡Te queda bárbara!




Con este relato yo me sentí muy identificado, ya que conservo todavía mi primera camiseta de Almirante Brown y es la más linda. Pueden hacer 50 más, pero para mi esa es la mas hermosa. Con ella viví lindos momentos en la cancha y malos también. Con ella lloré, reí, grité, alenté y me amargué. Pero en fin, ella me acompañó siempre, era (porque ya no me entra) mi compañera de aventuras y cada sábado estaba impecable para lucirla.


Alejandro Tévez. Fuente del texto: "Almirante de mi vida", de Carlos Correa. La Voz del Hincha Mirasol